UNA JORNADA BASTANTE ATAREADA

He madrugado bastante, porque había quedado con la señora de la termomix a las diez en mi piso, y aún no estoy viviendo en él, iba a hacerme la demostración con la termomix antigua. Yo había dejado todo previsto el día anterior para tener allí los ingredientes del arroz caldoso descongelándose y los del postre en la nevera (que conste que pensaba regalar la tarta una vez hecha ¿Eh? no pensaba comérmela yo). En esto que tras media hora de caminata llego y, para mi sorpresa, a la señora le surje un imprevisto y no puede quedar conmigo.
Fiel a mi libro de la ansiedad, en lugar de enfadarme cosa que hubiera empeorado aún más la situación, consumiendo recursos importantes para luchar contra ella, me concentré en, ya que había perdido la clase de pilates por su culpa, qué podía hacer para salir adelante o mejorar la situación.
Por suerte, yo tenía en el piso un maravilloso libro de recetas facilonas (algunas chorras incluso que podía hacer un niño de ocho años) llamado "Cocina para estudiantes" (no lo tengo aquí para ver la editorial, pero si a alguno/a le interesa, se la transcribo) y en ellas se incluía la de arroz caldoso.
Así que superonami se pone a cocinar el primer arroz caldoso de su vida en tartera siguiendo la receta. En los momentos que consideré necesario, recurrí a la sabiduría culinaria que recordaba de mi madre, haciendo un mix entre cómo cocina mi madre el arroz y la receta, con algún que otro error (sofreí el pescado en el sofrito en lugar de echárselo luego al agua de cocción, me olvidé de quitarles a algunos chipirones la bolsita amarilla de hiel que debe quitarse a los chipirones -por fortuna recordé quitarles el barquillo que tienen dentro-) errores de novata, gajes del oficio, la segunda vez que lo haga me quedará mucho mejor, estoy segura...
Bien. Hice el arroz, recogí bolsas con cosas acumuladas en el cuartito de la sala de estar; y entonces, en los veinte minutos que disponía mientras se cocinaba el susodicho, desembalé la tabla de planchar y me puse a planchar con una plancha que nos regalaron los amigos de mi novio de muy buena fe, pero que no plancha gran cosa, la verdad. Otra cosa que debemos comprar....una nueva.
Volví a casa por otra ruta distinta, tras dejar el arroz enfriándose, y claro, entré en un par de tiendas, porque a mi es algo que me desestresa y me tranquiliza. La primera, el outlet de una tienda de surf que me gusta bastante (la ropa, claro, los accesorios de surf no, que no hago surf, mi hermano sí) y no pude evitar hacer mi primera compra de las rebajas; que me salió bastante económica, puesto que las piezas eran de muestrario y por tanto estaban muy baratas.
En la segunda, le compré a mi hermano surfeiro una hucha en forma de furgoneta (furgalla le llaman los entendidos) con una tabla de surf encima. Estoy segura de que le va a encantar la pijadita. Mi hermano cumple años, creo que treinta, a finales de agosto.
Y mi hermana pocos días después, en septiembre. Si le junto el cumpleaños de otra amiga, esa fecha gasto un montón de pasta.
Ahora me he sentado en casa de mi madre frente al ordenador para descansar un rato. Nosotros, por el momento, no pondremos internet hasta saber si podemos permitírnoslo, me seguiré conectando desde aquí pero con menos frecuencia pero no os preocupéis, si tenéis problemillas y queréis mandarme un mp, en cuanto lo lea os contesto. No problem.
Por la tarde, ahora sí, tocará transportar ropa y cosas de aseo a nuestro piso.
He probado el pilates en el pabellón de la piscina donde iremos los dos a hacer deporte a partir de ahora y no me gustó cómo daba la clase la monitora, por suerte es suplente del titular de la plaza, que está de vacaciones. Eché mucho en falta la voz suave y lenta de mi profesor que te ayudaba a meterte en el ejercicio frente a la voz chillona de esta chica, que encima no hacía más que pasearse rápidamente entre nosotros, los alumnos, con lo que la sensación de relax del ejercicio más bien se esfumaba. Para más inri, la música de la sala de máquinas se escucha, amortiguada eso sí, pero se escucha.
Mi gimnasio tiene la sala de máquinas en un sótano, bajando las escaleras. Eso hace que las otras salas (aeróbic y body palm, etc.; Pilates, yoga y tai-chi) no reciban el sonido ni de las máquinas ni de la música que colocan en la sala de fitness.
El nuevo sitio es bastante más barato, eso sí. Y le permite a él hacer natación en una piscina semiolímpica. Pero a mí no me acaba de convencer...