Pues nada, mi chico me vino a buscar y nos fuimos a la pìscina, allí yo nadé una hora y cuarto y él una hora, porque se encontró a un amigo en el vestuario y estuvieron de palique. Una gozada, la calle para nosotros solos casi todo el tiempo. Nadaba despacio a braza y a espalda, pero intentaba darle algo de caña al crawl, a base de contar ocho patadas rápidas entre respiración y respiración. Aguanto unos 25 metros haciendo eso nada más, y luego me relajo nadando despacio un largo de espalda y otro de braza.
Estuvimos cocinando en casa de mi madre, ella no estaba, y cocinamos entre los dos y comimos tan a gustito. Ensaladilla sin mayonesa y entrecot a la plancha. Fruta fresca de postre. Mi café con leche desnatada de rigor. A él el café no le gusta.
Estábamos tan molidos que ni paseamos ni nada, nos tiramos en una terracita -llovió un poco pero había toldo- cenamos tempranísimo y nos fuimos para casa.
Tenemos miles de cosas que hacer antes de instalarnos pero se irán haciendo, sin prisa pero sin pausa. Me da que no vamos a tener muchos problemas viviendo juntos. Toco madera.